miércoles, mayo 30, 2007

El paraíso aquí

"Rene Aubry - Il pleut sous la mer"


Alicante, 20.4.2007

Debo ser muy afortunada y no sé si lo merezco, pero estar ahora aquí, a las 11:30 a.m. de un viernes, con el mar a mis pies y sin más responsabilidad ni preocupación que ver cómo entran los barcos por la bocana del puerto, es un regalo del cielo que no tiene precio.
¿Qué ha cambiado en mí? ¿Qué me hace detenerme en un aroma, en un sonido, en un destello del sol sobre las aguas? Como dice Eckhart Tolle, vivimos anticipándonos o sumidos en el pasado, pero no estamos en el presente. Yo me lo he tomado al pie de la letra y procuro detenerme en esos instantes preciosos –quizás debería hacerlo en todos- en los que la vida parece –y lo es- un regalo.

El mar tiene un color grisáceo porque el sol juega al escondite en una capa de nubes blanquecinas, y el agua a veces se vuelve verde, a veces se vuelve gris. Así suele estar el alma, cambiante como este día de abril. Hoy no hay gaviotas revoloteando y graznando para conseguir pan, apenas hay gente caminando por el paseo. Sólo el ruido del agua que se agita contra el hormigón del muelle, Mozart a mis espaldas y el zumbido de algún barco que entra surcando despacio el agua.
Sé que a mis espaldas bulle la marabunta caótica de la ciudad, pero en este bar, en este reducto del paraíso construido en el puerto, puedes olvidarla y hacer que no existe, como si el mundo sólo estuviera delante de mis ojos y no hubiera nada detrás, como si este horizonte que cierran los espigones repletos de cascarones que se mecen con el vaivén de las aguas fuera el único que existe. ¡Qué hermoso es mirar adelante y pensar: allí voy! Uno fija el rumbo en el timón y ya no existe otro punto en el mapa.
“Un mago no llega ni pronto ni tarde, llega cuando tiene que llegar” le dijo Gandalf a Frodo.
Creo que a nosotros nos pasa lo mismo. No sé si pronto o tarde, pero llegamos a los sitios que tenemos que ir, y que de una manera u otra tenemos que conocer. Hay una razón para todo, aunque apenas podamos comprenderla.
El sol sigue subiendo, pero el cielo no aclara. Chopin suena ahora en el altavoz, con la misma ternura con la que el agua acuna los barcos. Sería tan fácil pensar que no existe nada más…
Un barco de Algerie Ferries ha surgido de repente ocupando toda la bocana y casi el horizonte. Seguramente es el ferry que va hasta Orán. ¿Quién irá en él? ¿Qué vibrará en sus cabezas y en sus corazones? Orán está al otro lado del horizonte, casi ahí mismo, y sin embargo, ¡qué lejos! No sé por qué nos empeñamos en pensar que somos tan diferentes. Árabes, cristianos, españoles, sudamericanos, chinos… todos tenemos el mismo cuerpo, la misma fisiología. Y aunque hablemos lenguas diferentes, los mismos anhelos. Deberíamos aprender a mirar lo que es distinto con la misma tranquilidad con la que miramos lo que nos es familiar.
Una zodiac acaba de saltar al agua entre risas, pero se ha arrepentido y vuelve al lanzar la amarra al noray. El ferry se ha detenido. No parece que se fuera, sino que llegaba. Tantas vidas, tantos sueños…

Tengo que volver al mundo y a mi vida, pero una parte de mí queda aquí, sentada en esta mesa, absorta la mirada en los reflejos de los mástiles que se quiebran con el ondular del agua, perdida la mente en una cadena de pensamientos, el alma volando lejos como una gaviota…
Sé que me levantaré, saldré del bar y al cruzar la calle, volveré a la jungla que me devora todos los días. Una vez más.


Blade-Rani.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Davis. Besos.

Unknown dijo...

Si nos detuviéramos de vez en cuando a MIRAR, descubriríamos paraísos qué, ni imáginamos que los tenemos tan cerca de nosotros...vivímos la vida tan rápida...tenemos tánta prísa, no sé...Hacemos muchas cosas o , que queremos hacerlas, se llama strées (créo) la enfermedad de nuestros tiempos...angustia... ansiedad...
En fín, invito al personal a que haga como tu, sentarse delante de un café, mirar al mar o la montaña...y refléxionar y escribir lo que venga...
Besos.